Uno pensaría que el fin del mundo vendrá únicamente como consecuencia de los designios físicos del cielo.
Tormentas solares, maremotos, tsunamis de 1 km de altura, sismos destructores, o asteroides bestiales.
¿Y si no fuera así?
¿Y si fuera como estimaba Carl Sagan que podría suceder si no superamos esta adolescencia tecnológica?.
Lo dicho: hoy tenemos un grave problema, terrible, que
parece que muchos toman a risa o les importa un comino. Mejor hacer protestas para
defender a los abusadores sexuales en lugar de hacer algo por el planeta nuestro.
¿De qué problema habló? Pues de la tremenda
pérdida de crudo que
está arruinando el océano. Avanza cual mancha voraz y parece que nada le pone freno. Se agotaron los
plan B. Y
las compañías no saben que hacer.
La Administración Nacional de Océanos y Atmósfera indica que la mancha está a
32 kilómetros de la corriente principal del Golfo.
Esto significa que hay una gran posibilidad de que sea absorbida por el flujo marino y arrastrada hacia el sur de Florida.
Pero lo peor es que si no se pone freno a esto,
amén de destruir el ecosistema, arrecifes de coral y organismos vivos acuáticos, todo el océano puede contaminarse sin remedio. Y con ello, nuestra supervivencia en el planeta volverse muy difícil.
No sabemos cuanto dependemos del océano hasta que nos lo arrebatan, hasta que se contamina con esa sangre negra de la tierra llamada Petróleo.
Nosotros, los seres humanos, hijos de la divinidad para algunos, hijos del diablo para otros, huérfanos para pocos,
le hemos asestado un puñal en el corazón de la tierra.
Ya no hay tiempo para las palabras, por eso cada quien hará lo que tenga que hacer y será o no será excusado por esas decisiones.
Informo:
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