Nada como una buena película altamente didáctica, para entender el infinito potencial del ser humano y el proceso de activación de la conciencia. La verdadera convolución está en la esencia de nuestro propio proceso interior. Cuando dejamos fluir nuestros osciladores armónicos y resonamos desde nuestro ser, disipamos la ira, el odio y el miedo, y en ese instante, desplegamos todo nuestro potencial.
La persistencia en la lógica de las frecuencias procedentes de nuestros centros gestores, nos modifica biofísicamente, hasta el punto que desarrollamos capacidades y funciones que antaño estaban dormidas.
La conexión permanente, requiere despertar de un intenso letargo y perseverar de forma continua en el proceso, perfeccionando la flujogénesis de nuestras emociones humanas, eliminando las proyecciones (agresiones externas), al no fijar la energía en ellas. Si centramos la energía en la generación de nuestras emociones, sorprendentemente comenzaremos a transaccionar con el Universo, modificando la materia y los acontecimientos a nuestro alrededor. En esa apertura de caminos, abrimos múltiples realidades en las que podemos interactuar desde la meditación consciente, sin enredarnos en las fuerzas densas (las pasiones) que obstaculizan nuestro proceso.
Sólo cuando tomamos consciencia del observador, podemos contemplarnos desde el Universo, sin que el árbol nos impida contemplar el bosque. En esa visión global tomamos altura contemplando la ciudad que abajo nos parece inmensa, como si fuera un pequeño punto interconectado con otros pequeños puntos de los que formamos parte.
Sólo la realidad que generamos al ejercer en cada instante de forma consciente la ecuación de decisión, nos permite viajar en las líneas de tiempo del presente( t0), pasado (t-1) y futuro( t+1). En ese escenario, la energía procedente de nuestras emociones, unida a la ecuación de decisión, nos posibilita de forma continua, a razón de millones de complejas operaciones por segundo, modificar continuamente la realidad e incluso aparecer de forma simultánea en diferentes lugares a la vez.
En esta ocasión René Mey, nos muestra cómo y por qué de una forma didáctica y claramente contundente. El entrenamiento del Guerrero de la luz nunca concluye, pues siempre será un laboratorio viviente, el que Existe, porque tomó conciencia de su Ser.
INFORMO: StarViewerTeam International 2011.