Nuestro sistema solar se introdujo en una nube interestelar hace aproximadamente unos 150.000 años, así lo han demostrado los científicos que realizan seguimientos a las sondas Voyager.
“Basado en los datos aportados por la Voyager, hemos detectado un fuerte campo magnético fuera del sistema solar”, comenta el investigación de la NASA Merav Opher, de la Universidad George Mason. “Este tipo de campo magnético es producido sin duda a causa de una nube interestelar.”
El descubrimiento, de esta nube y sus características ha sido publicado en la revista Nature, y tiene implicaciones importantes para nuestro sistema solar, siendo este descubrimiento también importante para el estudio de otras nubes similares en el brazo de la Vía Láctea.
Los astrónomos han bautizado a esta nube como “Nube Interestelar Local.” Se ha calculado que tiene un diámetro de unos 30 años luz, y que en determinadas zonas alcanza una temperatura de alrededor de 6.000 grados centígrados, siendo esta compuesta por una mezcla fina de átomos de hidrógeno y helio.
El misterio de a que se debe la existencia de esta nube, los científicos comentan que, de acuerdo a los estudios realizados fue fruto de la explosión de un grupo de supernovas que creó una enorme burbuja de gas caliente. La Nube Interestelar Local está ahora completamente rodeada por estos gases.
“Los datos aportados por la Voyager demuestran que se crean presiones y alteraciones magnéticas que influyen directamente en nuestro sistema solar, de ahí podría desprenderse algunas alteraciones en los campos gravitatorios planetarios y cometarios, pudiendo incluso influir en la climatología, de aquellos que orbitan a nuestra estrella el Sol”, dijo Opher. “Los datos aportados también demuestran que el magnetismo que presenta la nube es mayor de lo que se pensaba anteriormente.”
Las sondas Voyager, se encuentran actualmente fuera de la zona de Plutón al borde de nuestro sistema solar, no habiendo alcanzado aún el espacio interestelar pero, se encuentran lo suficientemente cerca para que sus sensores capten las propiedades de esta nube. Los datos de las sondas determinan que saldremos de dicha nube dentro de unos 20.000 años y que esta presenta zonas de mayor congestión con otras de menor intensidad.
Fuentes: Revista Nature, NASA, y Universidad George Mason
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