En su intento por volver a liderar la exploración espacial, la NASA anunció su retiro de la carrera por el regreso del hombre a la Luna. Sin embargo anunció el comienzo de un ambicioso plan de desarrollo tecnológico, que promete -al igual que hace 40 años- transformar nuestra cotidianidad.
Al fin, el gobierno de Obama optó por tomar una de las decisiones más arriesgadas en los 52 años de historia de la NASA: dar por perdida la carrera que llevaría a Estados Unidos de regreso a la Luna después de cinco décadas (estaba programado para después de 2020) y dejar el camino libre a potencias emergentes en materia espacial, como China e India.
Es que el diagnóstico había sido lapidario. Cuando a principios de los 60, el presidente Kennedy anunció que colocarían un hombre en el satélite natural, la NASA inició un ambicioso plan de desarrollo tecnológico que les valió ser llamados "el motor de la innovación" durante muchos años. Pero ahora, con sus transbordadores a punto de 'jubilar' y el proyecto Constellation que no se diferenciaba mucho de lo que fue el Apolo, la carrera parecía perdida antes de comenzar.
Maqueta del módulo lunar que nunca llegará a la Luna.
Así, durante cinco años, la principal tarea de la agencia será investigar y desarrollar nuevas tecnologías con un único objetivo: preparar la nueva exploración espacial que debería colocar a los estadounidenses camino a Marte. Y tal como sucedió hace 40 años, cuando desde zapatillas deportivas hasta termómetros surgieron gracias a los adelantos creados para viajar al espacio, se espera que esta misión se traduzca en insospechados beneficios para la vida cotidiana en la Tierra.
Boeing es un ejemplo de esto. Como gran parte del desarrollo tecnológico que busca la NASA es en sociedad con compañías privadas, la mayor fabricante de aviones comerciales del mundo será una de las cinco primeras empresas que recibirá dinero y supervisión de ellos. Los resultados permitirán mejorar tanto el rendimiento como la seguridad de las naves, utilizando materiales que reduzcan el impacto del mal tiempo y controles más precisos para maniobrar.
La necesidad de transmitir datos de manera segura y sin depender de satélites también permitirá que, por fin, pueda haber acceso a Internet de forma segura en aviones e incluso, reemplazar las antenas celulares. Ya existe una tecnología bastante avanzada en este sentido. Se llama Stratellites y la idea es posicionar una serie de globos transmisores de señales a nivel de la estratósfera (la segunda capa de la atmósfera, ubicada a 50 kilómetros de altura), para poder proveer de servicios como telefonía, internet y televisión, en un área de 700.000 km2. El prototipo comenzará a construirse este año, para estar listo entre 2013 y 2015.
La incorporación de empresas privadas también hará más accesible el negocio del turismo espacial. Si bien hasta ahora la mayoría de estos proyectos se financiaba mediante contratos con militares o pocas compañías, los más de 6.000 millones de dólares que la NASA aportará al sector también permitirán que los turistas espaciales pasen de cientos a miles. Es que también una de las nuevas misiones propuestas por el organismo estadounidense es tratar de "reencantar" a la gente con el misterio del espacio.
Si bien no se sabe cuándo volverá un astronauta de la NASA a pisar suelo lunar o descender en Marte, sí se sabe quiénes lo harán antes que ellos: los robots. Estos serán los encargados de transmitir en tiempo real imágenes y datos sobre las características del planeta (o satélite) y su terreno, para planificar la llegada de los humanos.
Y mucha de la tecnología que se busca para la fabricación de estos primeros exploradores, tarde o temprano llegará a nuestra cotidianidad. Por ejemplo, la necesidad de que los robots estén en constante comunicación con la NASA -e incluso controlarlos de manera remota en los 55 millones de kilómetros que nos separan de Marte- obligará a crear mejores conexiones de internet. ¿Cuánto mejores? Hasta 50 veces más rápidas que las actuales.
Para evitar los problemas de presión y resistencia que tendrán los vehículos espaciales en suelo marciano, la NASA ya está trabajando con Goodyear para crear neumáticos más resistentes. Además de que los nuevos terrenos son aún desconocidos, las distancias que deberán recorrerse en las futuras misiones serán 100 veces más extensas que las que se hicieron en 1969. Por eso, la idea es fabricar neumáticos que utilicen resortes en vez de aire. Imagínelos en su automóvil, sería el fin de los pinchazos.
Pero eso no es todo… El recurso más importante que se buscará con estos exploradores de metal es el agua, esencial para mantener cualquier asentamiento humano. Pero una cosa es encontrarla y otra, saber si es segura. Nuevos métodos científicos se encargarán de eso. Por ejemplo, a través de bacterias modificadas será posible detectar toxinas en todo tipo de agua e incluso, hacer que cambie de color para conocer la concentración de posibles moléculas tóxicas que la compongan. Para purificarla están inventando un sistema basado en las acuaporinas (proteínas ubicadas en la membrana celular, que facilitan el ingreso de agua a la célula, filtrando toxinas) y que trabajará usando nanotecnología. Este mecanismo, que permitirá ahorrar un tercio del costo y usar sólo una décima parte de la energía, comenzará a probarse el 2011.
Otra de las preocupaciones de la NASA, antes de ir a Marte, es hacer de la Tierra un 'planeta verde'. Dos son las principales metas actualmente: reducir el nivel de basura espacial -que en el 2009 aumentó en 20%- y crear métodos de generación de energía más eficientes. Para ello, habrá 300 millones de dólares invertidos en proyectos como el que permite optimizar el uso de paneles solares usando iridio y óxido de cobalto, que simulan el proceso de fotosíntesis, mediante el cual las plantas captan la luz solar y la transforman en energía.
Gran parte de estos experimentos de innovación se llevarán a cabo en la Estación Espacial Internacional, donde Estados Unidos ha extendido su participación en el proyecto hasta 2020. Se abrirán nuevos campos de experimentación en medicina: estudios que medirán los efectos de la radiación ultravioleta, investigaciones para mejorar la resistencia de los huesos y otras para encontrar formas de mitigar el cansancio de los viajes largos, conocido como "jet-lag". Incluso, la posibilidad de crear fertilizante a partir de la orina. Se estima que son los desechos de 100 mil personas se pueden fabricar 200 toneladas de fertilizante de alta calidad cada año.
Lo cierto es que, dentro de cinco años, se sabrá si la nueva dirección de la NASA tuvo frutos o si tendrán que dar otra carrera por perdida. Cinco años de experimentos, fracasos y éxitos, pero que de resultar, no sólo nos tendrán más cerca del Planeta Rojo, sino de tener la sensación de, en la Tierra, estar viviendo en otro planeta.
Fuente: cosmo-noticias.blogspot.com
Al fin, el gobierno de Obama optó por tomar una de las decisiones más arriesgadas en los 52 años de historia de la NASA: dar por perdida la carrera que llevaría a Estados Unidos de regreso a la Luna después de cinco décadas (estaba programado para después de 2020) y dejar el camino libre a potencias emergentes en materia espacial, como China e India.
Es que el diagnóstico había sido lapidario. Cuando a principios de los 60, el presidente Kennedy anunció que colocarían un hombre en el satélite natural, la NASA inició un ambicioso plan de desarrollo tecnológico que les valió ser llamados "el motor de la innovación" durante muchos años. Pero ahora, con sus transbordadores a punto de 'jubilar' y el proyecto Constellation que no se diferenciaba mucho de lo que fue el Apolo, la carrera parecía perdida antes de comenzar.
Maqueta del módulo lunar que nunca llegará a la Luna.
Así, durante cinco años, la principal tarea de la agencia será investigar y desarrollar nuevas tecnologías con un único objetivo: preparar la nueva exploración espacial que debería colocar a los estadounidenses camino a Marte. Y tal como sucedió hace 40 años, cuando desde zapatillas deportivas hasta termómetros surgieron gracias a los adelantos creados para viajar al espacio, se espera que esta misión se traduzca en insospechados beneficios para la vida cotidiana en la Tierra.
Boeing es un ejemplo de esto. Como gran parte del desarrollo tecnológico que busca la NASA es en sociedad con compañías privadas, la mayor fabricante de aviones comerciales del mundo será una de las cinco primeras empresas que recibirá dinero y supervisión de ellos. Los resultados permitirán mejorar tanto el rendimiento como la seguridad de las naves, utilizando materiales que reduzcan el impacto del mal tiempo y controles más precisos para maniobrar.
La necesidad de transmitir datos de manera segura y sin depender de satélites también permitirá que, por fin, pueda haber acceso a Internet de forma segura en aviones e incluso, reemplazar las antenas celulares. Ya existe una tecnología bastante avanzada en este sentido. Se llama Stratellites y la idea es posicionar una serie de globos transmisores de señales a nivel de la estratósfera (la segunda capa de la atmósfera, ubicada a 50 kilómetros de altura), para poder proveer de servicios como telefonía, internet y televisión, en un área de 700.000 km2. El prototipo comenzará a construirse este año, para estar listo entre 2013 y 2015.
La incorporación de empresas privadas también hará más accesible el negocio del turismo espacial. Si bien hasta ahora la mayoría de estos proyectos se financiaba mediante contratos con militares o pocas compañías, los más de 6.000 millones de dólares que la NASA aportará al sector también permitirán que los turistas espaciales pasen de cientos a miles. Es que también una de las nuevas misiones propuestas por el organismo estadounidense es tratar de "reencantar" a la gente con el misterio del espacio.
Si bien no se sabe cuándo volverá un astronauta de la NASA a pisar suelo lunar o descender en Marte, sí se sabe quiénes lo harán antes que ellos: los robots. Estos serán los encargados de transmitir en tiempo real imágenes y datos sobre las características del planeta (o satélite) y su terreno, para planificar la llegada de los humanos.
Y mucha de la tecnología que se busca para la fabricación de estos primeros exploradores, tarde o temprano llegará a nuestra cotidianidad. Por ejemplo, la necesidad de que los robots estén en constante comunicación con la NASA -e incluso controlarlos de manera remota en los 55 millones de kilómetros que nos separan de Marte- obligará a crear mejores conexiones de internet. ¿Cuánto mejores? Hasta 50 veces más rápidas que las actuales.
Para evitar los problemas de presión y resistencia que tendrán los vehículos espaciales en suelo marciano, la NASA ya está trabajando con Goodyear para crear neumáticos más resistentes. Además de que los nuevos terrenos son aún desconocidos, las distancias que deberán recorrerse en las futuras misiones serán 100 veces más extensas que las que se hicieron en 1969. Por eso, la idea es fabricar neumáticos que utilicen resortes en vez de aire. Imagínelos en su automóvil, sería el fin de los pinchazos.
Instalaciones de NASA
Pero eso no es todo… El recurso más importante que se buscará con estos exploradores de metal es el agua, esencial para mantener cualquier asentamiento humano. Pero una cosa es encontrarla y otra, saber si es segura. Nuevos métodos científicos se encargarán de eso. Por ejemplo, a través de bacterias modificadas será posible detectar toxinas en todo tipo de agua e incluso, hacer que cambie de color para conocer la concentración de posibles moléculas tóxicas que la compongan. Para purificarla están inventando un sistema basado en las acuaporinas (proteínas ubicadas en la membrana celular, que facilitan el ingreso de agua a la célula, filtrando toxinas) y que trabajará usando nanotecnología. Este mecanismo, que permitirá ahorrar un tercio del costo y usar sólo una décima parte de la energía, comenzará a probarse el 2011.
Otra de las preocupaciones de la NASA, antes de ir a Marte, es hacer de la Tierra un 'planeta verde'. Dos son las principales metas actualmente: reducir el nivel de basura espacial -que en el 2009 aumentó en 20%- y crear métodos de generación de energía más eficientes. Para ello, habrá 300 millones de dólares invertidos en proyectos como el que permite optimizar el uso de paneles solares usando iridio y óxido de cobalto, que simulan el proceso de fotosíntesis, mediante el cual las plantas captan la luz solar y la transforman en energía.
Gran parte de estos experimentos de innovación se llevarán a cabo en la Estación Espacial Internacional, donde Estados Unidos ha extendido su participación en el proyecto hasta 2020. Se abrirán nuevos campos de experimentación en medicina: estudios que medirán los efectos de la radiación ultravioleta, investigaciones para mejorar la resistencia de los huesos y otras para encontrar formas de mitigar el cansancio de los viajes largos, conocido como "jet-lag". Incluso, la posibilidad de crear fertilizante a partir de la orina. Se estima que son los desechos de 100 mil personas se pueden fabricar 200 toneladas de fertilizante de alta calidad cada año.
Lo cierto es que, dentro de cinco años, se sabrá si la nueva dirección de la NASA tuvo frutos o si tendrán que dar otra carrera por perdida. Cinco años de experimentos, fracasos y éxitos, pero que de resultar, no sólo nos tendrán más cerca del Planeta Rojo, sino de tener la sensación de, en la Tierra, estar viviendo en otro planeta.
Fuente: cosmo-noticias.blogspot.com
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