En 2001, los ciudadanos de la ciudad de Kerala, en el sur de la India, se acostumbraron a que una lluvia de color escarlata cayera sobre sus calles durante dos meses. Godfrey Louis, físico de la cercana Universidad de Cochin de Ciencia y Tecnología, se interesó por el raro fenómeno, que en un principio parecía un vulgar caso de contaminación. Recopiló varias muestras y, bajo el microscopio, observó que el agua no tenía polvo ni arena, sino algo mucho más impactante: estaba plagada de células rojas, muy parecidas a los microbios de la Tierra, pero sin pruebas de ADN. Louis sugirió que las células podían ser extraterrestres, una idea que despertó más de una sonrisa de escepticismo, pero que recibió el visto bueno para su publicación en la revista científica Astrophysics and Space en 2006. Ahora, Louis y otros colegas de renombre afirman algo aún más inquietante: estas células, que ellos creen de otro mundo, se están reproduciendo.
Godfrey Louis consideró en su día que las células descubiertas en el agua de lluvia no pueden ser microbios terrestres porque no se encontraron pruebas de ADN. Al parecer, los glóbulos rojos son una posibilidad, pero deberían haberse destruido rápidamente al contacto con el agua de lluvia. En una extraordinaria explicación, sugirió la posibilidad de que un cometa podría haberse desintegrado en la atmósfera superior y salpicado las nubes cuando flotaban sobre la Tierra, de ahí la lluvia roja. De hecho, aseguró que se recogieron informes en la región de un ruido similar al de un objeto que superaba la barrera del sonido, lo cual podría haber sido provocado por la supuesta roca espacial por al desintegrarse.
Desde entonces, Louis ha continuado con el estudio de estas células, con la colaboración de un equipo internacional que incluye a Chandra Wickramasinghe, un investigador de la Universidad de Cardiff (Reino Unido) y uno de los principales defensores de la teoría de la panspermia, la idea de que la vida en la Tierra, como en otros mundos, fue sembrada por el impacto de un cometa o un asteroide, de forma que todos somos extraterrestres.
Vida a 121 grados
Ahora, según publica el MIT en su revista Technology Review, estos investigadores aseguran que las células rojas se están reproduciendo a temperaturas de 121 grados C. A temperatura ambiente, son inertes. Esto es extremadamente raro. Las esporas de algunos extremófilos pueden sobrevivir a este tipo de temperaturas y reproducirse a temperaturas menores, pero nada que conocemos se comporta así a esas temperaturas.
Aunque este comportamiento no implica, desde luego, el origen extraterrestre de estas células, Wickramasinghe y compañía no pueden resistirse a señalar una explicación tan exótica. Han examinado la forma en que brillan cuando son bombardeadas con luz, y dicen que es notablemente similar a distintos espectros de emisión no explicados en diferentes partes de la galaxia. Uno de estos lugares es el Rectángulo Rojo, una nube de gas y polvo alrededor de una joven estrella en la constelación de Monoceros. Aunque no se puede admitir semejante teoría sin más pruebas, nadie puede negar que se trata de un fascinante misterio.
FUENTE:ABC
No hay comentarios:
Publicar un comentario