La falta de actividad solar, es decir, la ausencia de las habituales erupciones cíclicas, está intrigando a los principales astrónomos, por ser un hecho sin precedentes en un siglo.
Los ciclos solares son de 11 años, tiempo en que se registran picos máximos de actividad, donde se producen constantes y fuertes erupciones y el Sol aparece cubierto de docenas de manchas solares que despiden plasma (gases ionizados)..
En la parte opuesta del ciclo de 11 años están los periodos de actividad mínima, de relativa calma y escasas erupciones.
Los ciclos de manchas solares son determinados por complicados cambios en los campos magnéticos del Sol y desembocan en erupciones en las altas temperaturas de la corona solar —entre uno y dos millones de grados centígrados— dan lugar a las erupciones.
Las erupciones solares expulsan normalmente un millón de toneladas de materia solar cada segundo a una velocidad de entre 300 a 900 kilómetros por segundo, hacia todas las direcciones del espacio. Una erupción solar que produce una tormenta solar es una expulsión de plasma en una sola dirección y puede equivaler a 10 millones de explosiones volcánicas. Cuando son fuertes, en la Tierra puede dañar los satélites y las plantas de generación de energía.
Pero las observaciones están mostrando que la actividad solar no está en su mínimo de 11 años, sino en un inquietante nivel más bajo en casi un siglo. Es más, siguiendo a un periodo de inactividad, se preveía una reactivación de la actividad solar por corresponder ya el inicio de una fase activa, pero contra los pronósticos, el Sol se muestra en calma.
La inactividad solar evidencia un mínimo en cien años; de igual manera, presenta el nivel más bajo en 50 años en la presión del viento solar; y el punto más bajo de radioemisiones en 50 años.
Los astrónomos que participaron en la Conferencia Nacional de Astronomía del Reino Unido, realizada esta semana(abril 2009), coincidieron en mostrar su extrañeza por el comportamiento del Sol.
Los ciclos naturales del Sol pueden afectar el clima terrestre. Entre 1645 y 1710 la calma solar provocó una miniera glaciar.
Algunos expertos climáticos creían que el calentamiento de la Tierra en los últimos 100 años podría estar relacionado con la actividad solar, pero los estudios indican que la actividad de nuestro astro ha decrecido desde 1985, mientras que la temperatura terrestre se ha incrementado en forma alarmante. Por otro lado, la mayor parte de los científicos climáticos atribuye el incremento de la temperatura desde la década de 1970 a las emanaciones de gases contaminantes, que atrapan el calor alrededor de la Tierra.
El doctor Jim Wild, de la Universidad de Lancaster, explicó que en los últimos dos años el Sol se ha vuelto más tenue, “el brillo ha experimentado una baja increíble, pero la radiación ultravioleta cayó en un 5%”.
Wild señaló que es generalmente aceptado por la comunidad científica que el brillo solar tiene algún efecto en el clima, pero el Sol se ha vuelto más tenue.
Precisó que a pesar de la baja en la actividad solar, las temperaturas se incrementan y que este descenso en el nivel de actividad solar no va a salvarnos del cambio climático.
Por Rocío Ferrel
Los ciclos solares son de 11 años, tiempo en que se registran picos máximos de actividad, donde se producen constantes y fuertes erupciones y el Sol aparece cubierto de docenas de manchas solares que despiden plasma (gases ionizados)..
En la parte opuesta del ciclo de 11 años están los periodos de actividad mínima, de relativa calma y escasas erupciones.
Los ciclos de manchas solares son determinados por complicados cambios en los campos magnéticos del Sol y desembocan en erupciones en las altas temperaturas de la corona solar —entre uno y dos millones de grados centígrados— dan lugar a las erupciones.
Las erupciones solares expulsan normalmente un millón de toneladas de materia solar cada segundo a una velocidad de entre 300 a 900 kilómetros por segundo, hacia todas las direcciones del espacio. Una erupción solar que produce una tormenta solar es una expulsión de plasma en una sola dirección y puede equivaler a 10 millones de explosiones volcánicas. Cuando son fuertes, en la Tierra puede dañar los satélites y las plantas de generación de energía.
Pero las observaciones están mostrando que la actividad solar no está en su mínimo de 11 años, sino en un inquietante nivel más bajo en casi un siglo. Es más, siguiendo a un periodo de inactividad, se preveía una reactivación de la actividad solar por corresponder ya el inicio de una fase activa, pero contra los pronósticos, el Sol se muestra en calma.
La inactividad solar evidencia un mínimo en cien años; de igual manera, presenta el nivel más bajo en 50 años en la presión del viento solar; y el punto más bajo de radioemisiones en 50 años.
Los astrónomos que participaron en la Conferencia Nacional de Astronomía del Reino Unido, realizada esta semana(abril 2009), coincidieron en mostrar su extrañeza por el comportamiento del Sol.
Los ciclos naturales del Sol pueden afectar el clima terrestre. Entre 1645 y 1710 la calma solar provocó una miniera glaciar.
Algunos expertos climáticos creían que el calentamiento de la Tierra en los últimos 100 años podría estar relacionado con la actividad solar, pero los estudios indican que la actividad de nuestro astro ha decrecido desde 1985, mientras que la temperatura terrestre se ha incrementado en forma alarmante. Por otro lado, la mayor parte de los científicos climáticos atribuye el incremento de la temperatura desde la década de 1970 a las emanaciones de gases contaminantes, que atrapan el calor alrededor de la Tierra.
El doctor Jim Wild, de la Universidad de Lancaster, explicó que en los últimos dos años el Sol se ha vuelto más tenue, “el brillo ha experimentado una baja increíble, pero la radiación ultravioleta cayó en un 5%”.
Wild señaló que es generalmente aceptado por la comunidad científica que el brillo solar tiene algún efecto en el clima, pero el Sol se ha vuelto más tenue.
Precisó que a pesar de la baja en la actividad solar, las temperaturas se incrementan y que este descenso en el nivel de actividad solar no va a salvarnos del cambio climático.
Por Rocío Ferrel
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